JANUSZ SMOLINSKI

ENTREVISTA A  JANUSZ  SMOLINSKI
Ballet del Gran Teatre del Liceu 1975/1976

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No es pot començar a presentar aquesta entrevista sense agrair la preuada col·laboració d’en Jordi Pujal divulgador cultural i col.laborador de l’Associació LiceXballet. Sense ell no hagués estat possible gaudir del testimoni de’n Janusz Smolinsky. 

Tot i que en Janusz va estar poc temps al Ballet, la seva participació i aportació, va ser cabdal. 

*>* Benvingut Janusz. Moltes gràcies per haver acceptat fer aquesta entrevista, Ens has demanat de fer-la en castellà, i no hi ha cap problema, serà una xerrada bilingüe. [ riem els dos]
*>* Perquè vas escollir ser ballarí? Com vas descobrir que volies ser-ho? hi va haver alguna persona que et va animar? vas comptar amb el suport de la teva família?
Se puede decir que mi llegada al mundo de la danza fue por casualidad. En mi Varsovia natal yo estudiaba en el Conservatorio Teatro Infantil, formación que comprendía diversas disciplinas aunque curiosamente no la danza: las dos más intensas eran la declamación y sobretodo, el canto, que -aunque peque de inmodesto- se me daba bastante bien. Unos estudios que inicié al final de mi infancia, siguiéndolos en la preadolescencia y viviendo un cambio decisivo en la adolescencia. En esos primeros años la danza no había despertado en mí ningún interés. 
*>* Quants anys tenies quan et vas posar les primeres sabatilles? quina va ser la teva primera escola i, on vas seguir estudiant ballet?
Al entrar en la adolescencia una compañera de estudios que estaba también estaba estudiando danza, me habló del ballet con tal pasión -y un punto de sana provocación- que despertó en mí la curiosidad: el ballet me ‘atrapó’ de inmediato. Yo tenía 13 años. Dado que tenía óptimas condiciones físicas para el ballet se me propuso hacer una audición (formaba parte del tribunal que me valoró el legendario bailarín polaco Leon Wojcikowski, miembro de los Ballets Rusos de Diaghilev). ¡ para evaluar mi potencial físico se me hizo saltar como a los masáis! [riem!]
El resultado fue tan satisfactorio que me incorporé directamente al tercer curso del Conservatorio, pero suspendí el curso y eso me retrajo, de manera que decidí regresar a mi mundo del teatro y el canto. Pero claro, estamos hablando de mi pubertad, 13-14 años, y mi voz naturalmente había cambiado. Desistí volver al canto y me di una segunda oportunidad con la danza,  al regreso del período vacacional. Y a partir de aquí empezó ya mi compromiso indestructible con el mundo de la danza, contando con el soporte familiar.
Mis primerísimos años fueron especialmente duros dada la situación en que se encontraba Polonia durante la Segunda Guerra Mundial y en los años posteriores. De mis años de formación guardo especialmente un recuerdo maravilloso de Olga Jordan, una gran maestra para mí, con quien trabajé en mis últimos cursos. Obtuve una beca de estudios que permitió perfeccionarme en el Teatro Bolshoi, reforzando esa espléndida técnica Vaganova que me ha acompañado siempre a lo largo de mi trayectoria, tanto a nivel de intérprete como de enseñante. Una trayectoria que, ya como profesional, me llevó a formar parte de la compañía del Teatro Wielki de mi ciudad natal, posteriormente del Het Nationale Ballet de Amsterdam, y del Ballet Titular del Gran Teatre del Liceu,… A modo de anécdota me gustaría mencionar que en 1967, durante mi período en Amsterdam, estaba previsto que actuara en Barcelona pero no fue posible por no concedérseme el pertinente visado: ¡eran otros tiempos!
*>*  Com va ser que vas arribar a Barcelona, va ser per casualitat o be per treball?
En 1973 mi paisano Pawel Rouba (un referente en Europa en el Teatro de Gesto) había entrado a formar parte del equipo de profesores del Institut del Teatre de Barcelona. Desde mi juventud en Polonia, yo tenía muy buena amistad con él, y también conocía a  Fabià Puigserver. Aproximadamente entre 1974-75 ambos  me expusieron la intención de renovar la escuela de danza de l’ Institut del Teatre de Barcelona y, unificar la  metodología. Algunos de los profesores del Departamento de Danza que había en aquel momento eran Pastora Martos, Conchita y José Laínez, el propio Fabià,… Por tanto, se me propuso incorporarme a ese equipo docente, por lo que me trasladé a Barcelona. Recuerdo con especial cariño un brevísimo lapso de tiempo en que me alojé en casa de la madre de Fabià Puigcerver, una señora encantadora, mientras estaba a la espera de disponer de mi apartamento definitivo.
En 1975, en el Institut del Teatre,  conocí a Àngels Aguadé, Primera Bailarina del Gran Teatre del Liceu y discípula de Magrinyà. Ella asistía a mis clases , y conectamos de inmediato, llegando a una maravillosa amistad  extensiva posteriormente a su hermana Asunción Aguadé,  y que por fortuna todavía continúa. 
Claro, el vínculo del Institut del Teatre con el Ballet del Liceu era fuerte, era constante, lo que unido al hecho de que varios de sus miembros postgraduados, como por ejemplo,  Mercè Núñez, Ángeles Lacalle, Mari Carmen Ventura, Glòria Gella, Maite Casellas… asistieran a mis clases en calidad de ‘alumnos externos”  propició que, con el beneplácito del Mestre Magrinyà, yo acudiera de visita  al Teatre del Liceu a una ensayo del Ballet. Recuerdo que Alfons Rovira y Carme Cavaller aún estaban, por lo que deduzco que esto debía ser a principios de 1975. 
Ese fue mi primer contacto con Joan Magrinyà, una persona muy cordial, muy ‘smart’, muy educado y con  la señora Conchita, muy resolutiva, una buena profesional. Precisa en el ‘tempo’, más ‘marziale’ que sutil, una buena colaboradora. 
Pese a las diferencias de criterio que pudiéramos tener siempre hubo esa complicidad, ese “savoir faire”. Nos teníamos un  mútuo respeto, y  esa fue la constante durante todo nuestro período de trabajo conjunto,  que hizo que ambos nos adaptáramos perfectamente al criterio del otro. el Mestre era buen coreógrafo y sabía captar el potencial de la gente.
“Mi David”, decía Magrinyà de mí, [somriu] 
*>* Si us plau, esplica’ns  com va ser que vas entrar al Ballet del Liceu.
Dado que Alfons Rovira (en aquel momento Bailarín Estrella de la compañía) y Carme Cavallé ( solista)  se trasladaban a la Compañia de danza en Gelsenkirchen,  y aprovechando la circunstancia de mi estancia en Barcelona por mi compromiso con el Institut del Teatre, se me propuso incorporarme a la compañía como Bailarín Estrella,  en la temporada siguiente 1975-76.
El señor Pamias ( director del Teatre del Liceu en aquel tiempo) , felizmente siempre diligente y pragmático, lo tramitó todo en un plis plas. Así fue, pues, cómo entré a formar parte de aquella compañía con la que viví momentos muy bonitos, bailando tanto piezas clásicas como contemporáneas -innovadoras para la época-, siempre interesantes. Tengo recuerdos especialmente entrañables de mis “pas de deux” como partner de  Àngels Aguadé, justo por esa especial complicidad de la  que  hablaba antes. Entre otros bailamos juntos en  “El cisne negro” y “El cisne blanco,  de “El lago de los cisnes”, y en la “Danza profana”. Interpreté magníficas coreografías del Mestre Magriñá,  como “A tiempo romántico”,  “La moza y el estudiante” y  un glorioso ‘experimento’ como fue la ópera  “Clemenza di Tito” de Mozart, dirigida escénicamente por Germinal Casado y que supuso un perfecto ensamblaje entre el canto operístico y la danza. Asimismo recuerdo con simpatía mis intervenciones con Asunción Aguadé en las óperas “Aida”,  “Lakmé” y “Los cuentos de Hoffmann”. Recuerdo la coreografía “Laberinto” un espléndido trabajo que compartí  y disfruté  con la Bailarina Estrella Asunción Aguadé.
El ambiente de trabajo era muy bueno. Tengo en mi memòria el agradable recuerdo  del bailarín Fernando Lizundia, siempre afable, un colega admirable.in ánimo de parecer presuntuoso, creo que al momento empaticé  con todos los miembros del Ballet, sin que la palabra ‘jerarquía’ existiese en lo que atañe al trato humano.
*>* Durant la teva estada al Liceu, vas seguir treballant a l’Institut del Teatre?
Claro, simultáneamente alternaba esta  actividad de intérprete con la docente en el Institut del Teatre, muy intensa. De aquellos años guardo buenos recuerdos de varias audiciones convocadas para aspirantes, fueron unas pruebas muy duras pero obtuvimos unos   óptimos resultados. Conjuntamente con Fabià Puigserver, y a fin de tener una visión plural y enriquecedora, invitábamos a formar parte de los tribunales  a colegas de procedencias variopintas, por ejemplo, entre otros, a Miguel Montes, María de Ávila o Barbara Kraspowicz, entonces ubicada en Polonia y que después se instalaría en Barcelona para ser profesora en el mismo Institut del Teatre.
*>*  Després del teu pas pel  Ballet del Liceu, vas seguir ballant? vas formar part d’una altra companyia? et vas dedicar a la docència?, explica’ns!!
 Acabado mi periplo barcelonés, y ya en la fase final de mi carrera como intérprete, regresé a Varsovia, donde aún bailé por un breve período. Y cuando dejé de bailar decidí regresar a Barcelona, donde me había sentido tan bien: tal ha sido la conexión con la ciudad que, de hecho, todavía resido. Me he dedicado con cuerpo y alma a la enseñanza de la danza: de este último período no puedo dejar de mencionar mis años en el Estudio de Rosita Segovia, la querida Rosita (vecinos de inmueble, con la ‘oficina en casa’, ja, ja, ja,…); las masterclass que he impartido en Alcoy, Málaga; mi vinculación con Reus y Roser Prat, con Igualada y Roser Rubí (Mariona Camèlia); tantos recuerdos…
*>* recordes alguna anécdota simpàtica de l’època de ballarí del Liceu?
Me gustaría rememorar un capítulo delicioso de mi etapa como bailarín liceista. Actuación en Igualada en agosto de 1975, el Ballet Titular del Liceu interpretaba “La moza y el estudiante” en un magnífico escenario al aire libre montado para la ocasión . Yo, polaco y poco versado en el repertorio español, en la piel de un baturro adaptándose al estilo racial que requería la jota final de “La Dolores” -número conclusivo del ballet- con el plus añadido de tener que tocar los ‘palillos’. Àngels y Asunción animándome en todo momento para enfrentarme al reto con optimismo ante mi incertidumbre ‘pegándome caña’ cariñosamente. No sabíamos cómo resolver el tema de mis castañuelas: Magrinyà, Asunción, …, todos intentando echarme una mano, llegando incluso a lanzarse la curiosa idea de que alguien las tocara por mí entre cajas, en una especie de ‘playback’, je, je, je.  Éxito apoteósico del número… Tanto que, ante mi sorpresa pues no me lo esperaba -era en agosto, dos meses antes de iniciar la actividad en el Liceu y, por tanto, era uno de mis primeros contactos con la compañía-, se hizo como “bis”,  esa jota final, mi ‘martirio personal’: después supe que era habitual que se repitiera en las actuaciones del Ballet liceísta porque siempre tenía un gran éxito dada su magnificencia. ¿Guinda del pastel? Mi vestuario de estudiante no pudo soportar tanta tensión y el pantalón terminó rompiéndose. Valió la pena, bendito ‘martirio’. 
*>* Ha estat un plaer escoltar-te. El teu testimoniatge,  fet per una persona amb trajectòria professional anterior, i vinguda de fora de Barcelona, és una contribució interesantíssima, que ens dona un punt de vista objectiu, Molt enriquidor  per a la recerca de la història del  Ballet del Liceu, explicada pels seus protagonistes.
Moltes gràcies de nou per la teva generositat.
Moltes gràcies de nou,  també, per en Jordi Pujal i la seva exquisita col·laboració.
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Entrevista realitzada el 28 de juny del 2020, a Barcelona.
(Dins del període de confinament de la Pandèmia del  Covid-19)